Durante algunos meses se ha tratado de comparar la situación actual de México con la que vive en estos momentos Venezuela.
Hay quien llegó a señalar que era ocioso comparar Venezuela con México. Que no hay punto de comparación y que una cosa es aquél país sudamericano y otra México.
Algunos dicen que no, que entonces por qué México no es como Noruega o Suiza. Es más, hay quien llega a señalar que México está peor que Venezuela por culpa del gobierno actual.
Hay otros que insisten en que tengamos cuidado y razonemos el voto.
Y la verdad es que Venezuela y México tienen similitudes.
Su lucha independentista, como el de casi todos los países de este continente, fue por la misma época. De hecho, en México y en Venezuela comenzó en el mismo año.
La gente de allá soportó el caudillismo, como en México por la misma época. Y más o menos tuvieron algunos gobiernos similares por los mismos años.
Pero en Venezuela en 1998 un líder carismático y muy popular dividió a ese país en “buenos” y “malos”. Hoy, a 20 años no se acabaron los “malos”, pero sí la libertad.
Ese mismo año, un líder carismático y muy popular apeló por un nacionalismo que unió a una patria en contra del “imperio yanqui”. El “imperio” sigue y allá se acabó la economía.
En ese mismo año, un líder carismático y muy popular prometió a los venezolanos acabar con la corrupción, y ésta no se acabó, lo que se acabó fue el agua y la comida.
La intolerancia fue una característica de ese amado líder. Las empresas fueron nacionalizadas sólo porque no ofrecían lo que éste quería.
Ese amado líder, muy carismático y popular, aseguraba que la economía de su país se la llevaban las empresas transnacionales y las nacionalizó.
La crítica fue apagada. No había quien cuestionara. Nacionalizó los medios y él dictaba lo que tenían que decir; es más, dejó a su sucesor y éste siguió con la misma línea.
En campaña, ese líder carismático y popular aseguró que propondría una ley de revocación de mandato cada dos años y que el pueblo decidiera si el presidente debiera seguir… duró 15 años en el cargo y sólo la muerte lo quitó de la silla presidencial.
Hoy, ese país se está cayendo en pedazos.
México no puede caer en eso. Hay muchas similitudes. Hay muchas cosas que se parecen. Un “mesías” que promete soluciones fáciles para problemas bastante complicados.
Un salvador de la patria obsesionado con el poder y autoritario. Una dictadura, pues, que México no puede darse el lujo de tener.
Hay que reflexionar bien y analizar lo que puede suceder con México si le damos la confianza a un líder carismático y muy popular con las características que aquél que inició un “cambio” en 1998 en Venezuela.
La historia da razón de que ese no es el camino.
En Bolivia van por el mismo camino. En Ecuador están a punto de colapsar. En Brasil iban por ese rumbo. En Argentina están en el proceso.
Chile y Uruguay se salvaron, aunque ahí apostaron por el Social Demócrata que es diferente y en donde sí existen las libertades.
Aguas. Veámonos en el espejo sudamericano.
Sabemos que el PRI tuvo su oportunidad y terminó en hartazgo
Sabemos que el PAN tuvo su tiempo y no lo ha aprovechado.
Sabemos que no hay izquierda en México.
Que el movimiento de los independientes no ha sido la solución.
Pero créanlo, el populismo tampoco lo es. Es importante reflexionar bien. Hay que ser inteligentes. México no es un país que esté mal, pudiese estar mejor, cierto, mucho mejor, pero no está en el suelo.
La situación podría empeorar, claro, pero México necesita de un gobernante preparado, inteligente y con lucidez; y con proyecto con visión y de Estado.
Estamos a tiempo. No caigamos en el falso nacionalismo.
Es momento de pensar. México no es Venezuela y no quisiéramos que se parezca ni tantito.
En cinco palabras: Pensemos, aún estamos a tiempo.
PUNTO FINAL.- Dijo Herodoto que… “Es más fácil embaucar a una multitud que a un solo hombre”.
Twitter: @Mauri_Zapata
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